La industria de la confección de indumentaria ha sido históricamente una de las más importantes en relación a la generación de empleo. Si bien, como en todo el sector industrial, su relevancia mermó a mediados de los ´70 y continuó en caída en los ´90, en la primera década del siglo XXI logró una recuperación que la llevó en 2010 a ocupar el 7,83% de la población económicamente activa del sector industrial.
Un proyecto de investigación de nuestra Facultad de Ciencias Económicas estudia, hace cuatro años, el sector textil en la ciudad de Córdoba. “Se trata de una industria que ocupa un número importante de trabajadores pero con alto grado de informalidad y precarización. Por eso nos interesa analizar la dinámica de este sector y los elementos estructurales que están detrás de la reproducción de las grandes desigualdades”, explica la directora del proyecto Cristina Etchegorry; quien nos cuenta a continuación su objetivo y avances.
Dado su valor como generadora de empleo, nos interesa analizar los numerosos desafíos que enfrenta el sector textil vinculados a su composición y a su eventual inserción en la cadena de valor global.
La apertura de las importaciones a partir de 1995 implicó una profunda reestructuración de las empresas que sobrevivieron al embate globalizador, que pasaron de un modelo integrado donde la misma empresa realizaba todo el proceso productivo, a una organización de la producción fragmentada, donde las firmas se reservan las actividades más rentables (diseño, marca, comercialización) y tercerizan la confección en talleres, generalmente informales. Estos talleres, a su vez, subcontratan algunas tareas en costureras a domicilio. La fragmentación del proceso productivo en múltiples actores dispersos territorialmente, dificulta el control del cumplimiento de estándares mínimos de calidad del empleo, a la vez que imposibilita el desarrollo de acciones colectivas por parte de los trabajadores.
Durante el periodo 2003-2015, el sector recuperó gran parte del terreno perdido en ventas y empleo. Al tratarse de una industria que tiene una alta elasticidad ingreso a la demanda -su demanda se incrementa cuando el ingreso aumenta y cae cuando este lo hace- las mejoras en los ingresos de este periodo, sumado a los aranceles a la importación de productos textiles, implicaron un incremento de hasta el 72 % en la producción (entre 2001 y 2007) y una recuperación de 308.000 puestos de trabajo. Sin embargo, esas mejoras no impactaron en un cambio en las formas de organización adoptadas en los ´90 y la tercerización continuó siendo el modo de producción dominante.
La precarización de los eslabones más vulnerables de la cadena –talleres pequeños y costureras domiciliarias- es un problema difícil de resolver a menos que se tenga en cuenta la complejidad de la trama y se identifiquen las particularidades del funcionamiento de cada segmento. Para ello, hemos realizado un trabajo de campo sobre una muestra de 268 casos, entre los que se encuentran medianas y pequeñas empresas, diseñadores independientes, talleres y costureras domiciliarias, enriqueciendo notablemente la información de la que se disponía hasta ahora a través de datos secundarios (censos, Encuesta Permanente de Hogares, organismos públicos).
Lo analizado hasta ahora da cuenta de la naturalización de la tercerización de la producción, con sus consecuencias en el deterioro de la calidad del empleo para los últimos eslabones de la cadena, prácticas reproducidas incluso por algunos segmentos que se han planteado como alternativos al régimen imperante como es el de los diseñadores independientes.
De ninguna manera debe pensarse que la explotación se trata de un efecto buscado por ninguna de las partes de la cadena, sin embargo, el ignorarlo a partir de considerarlo una regla del juego, colabora a su reproducción. En ese sentido, creemos que nuestra investigación aporta datos para que todos los actores de la trama, desde los empresarios hasta los diseñadores de políticas públicas, tengan elementos ciertos para transformar lógicas que perjudican a los que menos posibilidades tienen.
Esta investigación, además de estar inscripta en el marco de nuestra Facultad de Ciencias Económicas, está avalada por la SECyT de la Facultad de Ciencias Económicas de la UNC, y por el FONCYT que permitió el financiamiento para llevar adelante el costoso y arduo trabajo de campo que abarca una muestra de 268 casos.