Estereotipos y género

Reflexiones sobre el trabajo de las mujeres

El mundo del trabajo no es un todo homogéneo, y en general todos los aspectos de la vida de las personas están mediados por la pertenencia a un género que determina ciertas condiciones; en particular las que tienen que ver con las tareas de reproducción y producción para el mercado.

En general las categorías de análisis respecto al tema del trabajo han sido construidas a partir de la exclusiva consideración de una población masculina, de modo tal que el trabajo de reproducción o doméstico considerado históricamente como una obligación natural de la mujer, incluso como un atributo de su personalidad, quedó invisibilizado. Esta concepción se ha transmitido históricamente a través de muchas de nuestras instituciones.

Trabajo gratuito

Los estudios han clasificado a las tareas del hogar que realizan las mujeres en múltiples actividades: reproducción (procreación, crianza, educación y socialización), domésticas (mantenimiento de la ropa, comida, compra, limpieza), burocráticas (relacionadas con los servicios y las instituciones) asistenciales (cuidados de las personas enfermas, ancianas o discapacitadas).

Evidentemente, todas estas actividades se realizan de manera gratuita y por lo tanto no son contabilizadas en el volumen de la fuerza de trabajo de las personas económicamente activas de un país. Pero es la mujer la que, a través del trabajo doméstico gratuito, permite la reproducción de la fuerza de trabajo para el sistema. A ello se debe agregar que, en el caso de los sectores populares, las precarias condiciones materiales de vida implican que el tiempo que demandaban las tareas sea mayor, el acceso a la canasta básica se torna más difícil y con ello se multiplica el tiempo que la mujer debe dedicar a la búsqueda de alimentos a precios accesibles.

El asignar a las mujeres de manera casi exclusiva el trabajo doméstico, determina una desigualdad en las oportunidades que ellas tienen, como género, para acceder a recursos materiales y sociales, lo que se refleja en la posición que ocupan en el mercado de trabajo asalariado, verificándose el fenómeno del “techo de cristal” y los bajos porcentajes de mujeres que acceden a puestos directivos en grandes empresas, ocupación de ciertas áreas o puestos a nivel gubernamental, y puestos de decisión en instituciones científicas.

Doble jornada laboral

El trabajo doméstico permite, además, al sistema mantener salarios más bajos que los que serían necesarios si todos los servicios tuviesen que ser adquiridos en el mercado. También genera usos diferentes del tiempo: mientras el varón distribuye su tiempo entre trabajo de mercado y ocio, las mujeres deben distribuirlo entre el trabajo de reproducción, de producción para el mercado y ocio, generándose una situación que las teóricas denominan "trabajo generalizado", o "doble jornada laboral".

Esto reafirma la idea de que "lo personal es político" y hace evidente que los usos diferenciados del tiempo dejan de ser un asunto privado para transformarse en una problemática social, pasible de políticas públicas.

Asimismo, cabe consignar que el desempleo femenino es mayor que el masculino, el número de mujeres en actividades informales es mayor que el de los varones, y las brechas salariales son persistentes.

Existen una serie de fenómenos dentro de la pobreza, que afectan de manera específica a las mujeres, lo que se denomina "feminización de la pobreza". El fenómeno describe que la cantidad de mujeres pobres es mayor a la de los varones y su pobreza también es más aguda. Este aumento más marcado de la pobreza femenina se relaciona en algunos casos con el aumento de los hogares con jefatura femenina, en especial pobres o indigentes; en ellos las mujeres deben asumir las consecuencias de realizar el trabajo doméstico no remunerado, a lo que se suma, el trabajo para el mercado. A las problemáticas enunciadas, se une la cuestión de la violencia contra la mujer, como un factor que limita el acceso a los recursos, deteriora las condiciones de vida dentro del hogar, afecta su desempeño laboral constituyéndose en una de las manifestaciones más extremas de la desigualdad de género.


*Por Patricia Roggio. Investigadora en temas relacionados a la mujer y el mundo del trabajo en la provincia de Córdoba durante la primera mitad del Siglo XX.

76%

En 2018, las mujeres llevaban a cabo en Argentina el 76% de las tareas domésticas, lo que genera pobreza de tiempo y tiene impacto negativo para conseguir mejores trabajos a tiempo completo y con ello independencia económica.

9

Nueve de cada diez mujeres declaran realizar trabajo doméstico no remunerado, mientras que solo seis de cada diez varones lo hacen. Las mujeres destinan diariamente un promedio de seis horas al trabajo doméstico, tres horas más a las mismas que los varones.

-27%

Las mujeres sufren mayores niveles de desempleo y precarización laboral y ganan un promedio de 27% menos que los varones, esta brecha se amplia para quienes están en negro o precarizadas.

Servicio doméstico

El sector que mayor número de mujeres emplea es el del servicio doméstico con el 20% de las trabajadoras ocupadas, que tienen los más altos niveles de informalidad (75%) y perciben los salarios más bajos de la economía. (GIUTART V. C., 2018).



Impresión generada el día 01/12/2023 09:17hs. desde el Portal Web de la
Universidad Católica de Córdoba
www.ucc.edu.ar
Url de la información: https://www.ucc.edu.ar/noticiasucc/estereotipos-genero/