En las últimas semanas los incendios forestales, y que parecen estar contenidos, arrasaron con más de 40.000 hectáreas de bosques nativos y del sector productivo rural.
Estos incendios se repiten cíclicamente cada año, a finales del invierno y llegada de la primavera, avivados por los vientos intensos, las elevadas temperaturas y la sequía. Sin embargo, más allá de los cambios climáticos y de la imprevisibilidad del tiempo, una vez más, el factor humano mucho tiene que ver con la quema de campos y de pastizales. Es decir, la impericia y la negligencia del hombre.
Las campañas de recomendación para prevenir los incendios rurales y forestales promovidas por distintos organismos parecen no ser suficientes.
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La tarea encomiable de centenares de bomberos voluntarios, que ponen en peligro su vida para sofocar las llamas, y los elementos materiales que aportan la Nación, Provincia y los municipios afectados tampoco son suficientes para evitar que estos desastres, predecibles, arrasen con todo.
No solo se trata de evitar nuevos escenarios de destrucción para muchas familias cuyas viviendas son consumidas por el fuego, sino también de privilegiar el cuidado del ecosistema, donde impera su protección, conservación y aprovechamiento.
Las acciones futuras de la dirigencia política institucional, de la educación, de la ciencia-tecnología y de la extensión universitaria deberán ser consensuadas en equipo. La magnitud y extensión de los daños que ocasionan los incendios repetidos cada año son muy significativas en extensión e intensidad, y con consecuencias negativas en lo social, ambiental, productivo y económico.
La educación superior tiene un desafío importante en el futuro de alta complejidad que se viene, y la UCC ya está en marcha.
La campaña de donaciones realizada para ayudar en la atención de los animales afectados por los incendios en la zona noroeste de Córdoba es un ejemplo y nos proporciona la inercia para seguir en ese camino. Solo mirar el poder de resiliencia de la flora afectada, pudiendo florecer con parte de sus troncos y ramas quemadas… y rodeadas de cenizas… nos guían, nos une y nos ilumina para hacerlo.
Espinillo, aromo. 31°20´52.9´´ S 64°20´53.3´´ W
Por Adriana Palacios. Docente y directora del Jardín Botánico Gaspar Xuárez SJ de la Universidad Católica de Córdoba.