Todos hemos sido conmovidos en estos días por las noticias y las imágenes de Haití. Las víctimas del terremoto son innumerables. El dolor lo asola todo. No voy a abundar en lo que ya todos han visto y oído. Los jesuitas de Haití y de República Dominicana, junto con instituciones de la Iglesia y otras organizaciones sociales, están trabajando tratando de ayudar a las víctimas. Como ustedes saben la coordinación de la ayuda internacional es compleja.
Por el momento se está en la fase de responder a la emergencia; esto es: tener presencia solidaria, alimentación, medicina, higiene y un lugar para descansar. Los jesuitas están acompañando ocho centros de atención a las víctimas. Al mismo tiempo que se comparte la ayuda con otros grupos que se acercan a pedir colaboración.
De nuestra parte, como universidad jesuita, además de invitarlos a ayudar del modo en que cada uno pueda, quisiera compartirles un testimonio de un compañero jesuita –el padre Mario Serrano, sj- que está allí en nuestro noviciado de Puerto Príncipe trabajando con la gente afectada y que creo, puede ayudarnos a personalizar nuestra colaboración, para que no sea una donación sin rostro:
“Llegamos al noviciado jesuita (de Puerto Príncipe) ya casi de noche y no descargamos los camiones por miedo a la reacción de la población. Ya no teníamos seguridad militar, pero diligenciamos para tener dos policías para vigilancia de esa noche. Al día siguiente, temprano en la mañana descargamos y luego nos reunimos para organizarnos. Mientras nos reuníamos, un gran número de personas empezó a golpear la puerta pidiendo que se distribuyera ya la comida. Detuvimos la reunión y pensamos lo peor. Hubo que llamar a la policía. Llegó la policía y la gente no se dispersó. El comandante nos pidió que les diéramos una botella de agua y les despidiéramos con la promesa de que también a ellos les daríamos la ayuda recibida.
La gente aceptó. Les prometí que iría a hablar con ellos más tarde. Esa tarde me acerqué a ellos. Nuestro noviciado está en la entrada de su barrio, que es muy pobre y en el que residen muchas víctimas del sismo. Esa tarde tuvimos una excelente asamblea de moradores. Entendieron que necesitábamos tiempo para organizar la distribución y nosotros entendimos que ellos debían ser también beneficiarios de nuestra ayuda. Les compartí nuestro miedo y sentimiento de inseguridad, ellos nos afirmaron que en la zona ellos pondrían la seguridad. Se organizaron para recibir la ayuda y se comprometieron a ayudarnos a descargar los camiones de ayuda.
No saben la alegría que me dio todo este proceso. Una alegría ligada a una nueva comprensión de la situación, a unas referencias muy concretas de personas, a una nueva forma de gerenciar la ayuda. Hay que integrar a la gente lo más que se pueda en el proceso mismo. Cuando se agolpó la gente en nuestra puerta recuerdo la voz y el rostro de Saucet, una mujer muy valiente que exigía comida, con enojo y con valor. Recuerdo mi temor frente a tanta gente. Ahora veo caras amigas, gente con las cuales compartir y trabajar juntos por la misma causa… Ahora tenemos una seguridad y protección más fuerte que la que nos pueden brindar las fuerzas militares, tenemos el acompañamiento de quienes pretendemos ayudar…”
¿Qué podemos hacer?
Desde nuestros lugares queremos ayudar y muchas veces no sabemos cómo. Los jesuitas que están en el lugar nos recomiendan enviar dinero que será destinado para paliar la emergencia y para ayudar a la reconstrucción del país que ha quedado devastado.
Para quienes quieran ayudar económicamente, la UCC ha abierto una cuenta destinada a este fin. El dinero será transferido a la Provincia Jesuítica de Antillas, que es quien está coordinando la ayuda de las instituciones de la Compañía de Jesús.
Los datos de la cuenta son los siguientes:
BANCO MACRO
TITULAR: UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CÓRDOBA
CUIT: 30-53967910-0
CTA. CTE. PESOS Nº: 357600620405965
CBU: 2850576330006204059652
En estos días la mirada de la humanidad se vuelve hacia Haití; un pueblo que hace ya mucho tiempo está devastado por la miseria, la injusticia y la exclusión. Una desgracia natural nos ha hecho tomar conciencia de su situación y de sus necesidades. Ojalá la solidaridad internacional pueda ser un impulso para la reconstrucción integral del país.
Que Dios los bendiga.
Con afecto.
P. Rafael Velasco, sj
Rector
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