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El etiquetado frontal, que encontramos en el frente del envase de un alimento, tiene como fin advertir el exceso de sodio, azúcares, y grasas. Es uno de los elementos de las estrategias para reducir y controlar las Enfermedades Cónicas No Transmisibles (ECNT) y sus factores de riesgo.
En varios lugares de Latinoamérica es obligatorio mientras que, en la mayoría de los países del primer mundo es de aplicación voluntaria. En el congreso argentino, hoy se debate un proyecto para que los envases de alimentos y bebidas sin alcohol incluyan el sello de advertencia según corresponda como: "exceso en azúcares", "exceso en sodio", "exceso en grasas saturadas", "exceso en grasas totales" y "exceso en calorías". Quedan exceptuados algunos productos y la misma prevención se aplicaría para aquellos que contengan cafeína y para alertar sobre la presencia de edulcorantes: "contiene cafeína, evitar en niños/as" y "contiene edulcorantes, no recomendable en niños/as", respectivamente.
En la actualidad, leer y entender la tabla nutricional de los productos es una tarea bastante complicada para los consumidores. Por el tamaño mínimo de la letra utilizada y por la dificultad de interpretar los indicadores con mediciones que varían según la porción o cada 100 gramos.
Para Constanza Rodríguez Junyent, directora de nuestra carrera de Nutrición, Doctora en Ciencias de la Salud y Magister en Nutrición Materno Infantil esta presencia gráfica permite al consumidor tomar decisiones informadas sobre los productos que consume y es un modo de garantizar el derecho de las personas a la información oportuna, clara y precisa sobre el contenido y las características principales de los alimentos. Sin embargo, esta acción aislada, puede desorientar el consumo de alimentos que son fuente de nutrientes. "El etiquetado por sí solo no resulta ser eficaz, sino que debe ser acompañado por guías alimentarias, acciones que fundamenten y fortalezcan estas elecciones, además de incentivar a que la industria formule o reformule los mejores perfiles nutricionales en la producción alimentaria", aclara.
Por su parte, Alicia Garrone, jefa del Servicio de Nutrición de nuestra Clínica Reina Fabiola y docente de la carrera, apunta que el etiquetado de los alimentos se considera una estrategia en las políticas de salud pública que puede ayudar a disminuir las tasas de obesidad y sobrepeso.
Etiquetar los alimentos de forma comprensible, aprender a leer una etiqueta y otras intervenciones, pueden tener un papel decisivo en el cambio de hábitos del consumidor. "En la actualidad se reciben más consultas de pacientes que les interesa entender e interpretar mejor el etiquetado de alimentos, y conocer de qué manera los nutrientes se relacionan con su salud. Por otra parte, muchos refieren que a la hora de comprar, el precio es el condicionante que más influye", explica.
Desde nuestra carrera de Especialidad en Tecnología de los Alimentos, apuntan que un aspecto clave es que el etiquetado garantice una verdadera ayuda para la toma decisiones más saludables y por ello, cualquier medida en torno a él debería estar acompañada de educación al consumidor.
Además, resaltan la importancia de que la definición de un Sistema de Etiquetado Nutricional Frontal esté basada en estudios científicos rigurosos y validados fruto de un trabajo integral, colaborativo, participativo y con múltiples visiones. Con ello, consideran que el trabajo sería consistente con el objetivo de cualquier norma alimentaria: proteger la salud del consumidor y garantizar la equidad y transparencia en el comercio de alimentos.
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