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Familias monoparentales, parejas sin hijos, separaciones y nuevas parejas van generando diversas organizaciones familiares que hoy coexisten con las llamadas familias tradicionales.
La decisión por parte de muchas parejas de tener un único hijo o directamente de no tenerlos es una tendencia en los países más desarrollados, que tiene su correlato también en algunas esferas sociales en la Argentina. Los motivos son variados: económicos, de trabajo, o la expectativa de realización personal que, en ocasiones, algunos consideran que no es compatible con la paternidad. Otro argumento para no tener descendencia es estar en desacuerdo con el rumbo que está tomando el mundo actualmente.
"Creo que tener hijos condiciona bastante a los padres, comenta Estela de 44 años. Me cuesta compartir y renunciar a mis cosas, a mi vida, a mis decisiones y a mi tiempo por otra persona. Ya desde adolescente no me convenció la imagen de matrimonio la mamá en la casa, el papá trabajando. Me parecía que la mujer se quejaba de su suerte porque no podía realizar sus aspiraciones personales y el padre, otro tanto. Después de cierta edad, te lo replanteás pero creo que las condiciones laborales no están hechas para la paternidad. Las madres están muy condicionadas y los padres no tienen ningún reconocimiento para poder dedicar tiempo a sus hijos. Es muy sacrificada la vida de la persona que trabaja y tiene hijos".
"Antes de asumir la responsabilidad de un hijo me gustaría hacer muchas cosas. Comenta Pedro de 36 años. Además, no me siento preparado y creo que tampoco me convence tener un hijo en el momento que está atravesando la humanidad. Hay mucha gente que trae niños al mundo sin ningún cuidado y de manera irresponsable".
Luis tiene 36 años, está en pareja y tiene un hijo de una relación anterior a la actual. Cuenta que le cuesta coordinar los horarios y días para poder verlo, y que las vacaciones y los festejos de cumpleaños es lo que más se complica. "Es perfectamente posible ser padres presentes estando separados. Todo se puede organizar y acordar, sólo que es un poco más difícil porque ya no está el vínculo que mantenía a los padres juntos. Se complica separar los enojos y las brocas de nuestro rol de padres separados. Algunas cosas se tornan más difíciles, aunque también esto permite generar espacios de mucha dedicación. Nos organizamos, planificamos el tiempo que estamos con nuestros hijos. A pesar de los malos ratos y las tensiones ser padre es lo más impresionante que me pasó en la vida, y nada está tan cargado de emociones como tener, criar y ver crecer a tu hijo.
"Hoy las parejas y las familias aparecen como descentradas de cualquier prototipo único. Conviven modos llamados "tradicionales" con otras formas de plantear tanto la construcción como el sostenimiento de estos vínculos, explican Patricia Orortegui y Adriana Leporati, psicólogas y docentes del curso Disolución del vínculo de pareja. Sus vicisitudes. Nuevas construcciones que dicta nuestra Facultad de Filosofía y Humanidades. La diversidad está presente no solamente en relación a quienes las integran sino también en los acuerdos y los pactos conscientes e inconscientes a partir de los cuales se organizan y en los modos de vincularse que eligen".
Hoy consideramos a la familia como una organización abierta, compleja, heterogénea, transformable; un espacio de construcción de subjetividad de todos sus integrantes. Esto no significa desconocer la asimetría necesaria para la crianza de los hijos que siempre es responsabilidad de los adultos. Para las especialistas, es fundamental el ejercicio de dos funciones básicas: sostén y corte. "La primera tiene que ver con la función amparadora tanto desde el punto de vista biológico como de los psiquismos en construcción – comentan. La función de corte implica facilitar el ingreso de la ley, de la cultura, a través de normas, reglas y límites".
El proyecto compartido de construir la familia, que en otras épocas era el proyecto por excelencia, no se instala necesariamente como único. Muchas veces se posterga en función de llevar adelante proyectos personales considerados también muy importantes y hay una mayor libertad a la hora de decidir formar o no una familia.
Conyugalidad no siempre coincide con Parentalidad. Esto quiere decir que las funciones de la Parentalidad (sostén y corte) no están asociadas exclusivamente a la persona del padre y de la madre, sino que pueden ser llevadas a cabo por otros que ejercen la función (abuelos, tíos, etc), lo que posibilita ampliar a otras redes vinculares el ejercicio de las mismas.
En este ir entre lo que permanece y lo que cambia, lo que continúa presente es que la gente se sigue enamorando y es este estado el origen de muchas parejas que, aunque se organicen de manera menos pautada por la sociedad, siguen generando proyectos comunes. En este punto, comentan las psicólogas "queremos destacar la necesidad de revisar como terapeutas, nuestro posicionamiento ético, para no ejercer violencia en nuestras intervenciones, apoyados en un ideal, leyendo como disfuncionales funcionamientos familiares o de pareja que son diferentes al modelo tradicional".
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