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Estado Islámico

Publicado el 27/10/2015 en Actualidad

El violento y repentino avance del Estado Islámico (EI), antiguo Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIS, por sus siglas en inglés),  preocupa a Medio Oriente y a Occidente. Cada vez con mayor influencia en los sectores estratégicos de la geopolítica y el petróleo, demuestra gran voluntad de expansión. ¿Cuál es el origen de este grupo responsable de la muerte de miles de civiles? ¿Cuál es la naturaleza de esta organización que siembra miedo con torturas y ejecuciones? ¿Cómo se combate contra este fenómeno?

Emilio Rufail,  docente de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales y Especialista en estudios Árabes, Americanos-Árabes e Islámicos; en Medio Oriente  y África del Norte; y en Seguridad Internacional nos lo explica en esta entrevista.

–¿Cuál es el origen del EI y cómo llega a Siria?

–Todo surge con la caída de Saddam Hussein. Durante su gobierno la comunidad sunita, que es la mayoritaria del mundo árabe pero minoritaria en Irak aun siendo gobierno, había mantenido sojuzgada a la mayoría chiita de ese país. Cuando cae Saddam se da un gran cambio político y se invierten los roles. Los chiitas, que son la gran mayoría, ganan las elecciones y se convierten en gobierno. Muchos sunitas, al ser ignorados, se organizan para tomarse revancha y uno de los grupos que surge se llamó Estado Islámico de Irak,  afiliado a Al Qaeda. La naturaleza de esta organización tiene una visión radicalizada del islam y cree que el uso de la violencia está legitimado para el logro de sus objetivos. Si comparamos entre el Estado Islámico actual  y Al Qaeda la diferencia es que esta última avanzaba de manera más gradual. Buscaba derrocar gobierno por gobierno en la zona con el objetivo de poder erigir un califato mundial, un gobierno islámico. El EI rompió con la visión de la gradualidad, de tener que esperar y en un momento determinado vieron que existía una situación de caos en la región por lo que decidieron una política de acción directa. En el caso de Siria, que es mayoritariamente sunita, el caos ya estaba sembrado desde el comienzo de la primavera árabe en el 2011 entonces vieron la posibilidad de un poder vacante y tomaron el control de la región. Se apropiaron de la misma por acciones directas, lo que se llama la política de los hechos consumados. Lo llamativo de esto es que no tuvieron mucha oposición en su avance, lo hicieron bastante rápido pero eso no tiene tanto que ver con su naturaleza sino con una especie de funcionalidad que este grupo tiene para otros intereses, entre ellos algunos países de occidente, del golfo o de Arabia Saudita.

–Muchas veces se confunde o relaciona al islam o a los musulmanes con el terrorismo. Más allá de este concepto erróneo, ¿hasta qué punto puede incidir en esta confusión la interpretación que se da de la yihad en el Corán?

–El islam político es una especie traje a medida porque le hacen decir al islam lo que ellos quieren. De esta manera se establece como legítimo ejercer la violencia cuando en realidad el propio nombre islam viene de una raíz árabe que significa paz. Y todo lo que el profeta propugnaba tenía que ver con la paz, de hecho se lo conocía como un gran mediador. En cambio el radicalismo islámico rápidamente establece que la violencia es algo natural lo cual hace que se preste a confusión un término que se emplea mucho que es la yihad. Se la emplea como sinónimo de guerra santa que vendría a ser como una guerra legitimada cuando en realidad hace referencia a una lucha interna del creyente del islam para no pecar, en términos cristianos. No es que no exista alguna posibilidad de hacer la guerra, como se ha hecho a lo largo del tiempo, pero estaría legitimada solamente si la comunidad islámica siente peligro de desaparecer. ¿Quién puede creer que una comunidad que tiene mil millones de habitantes alrededor del mundo está en peligro de desaparecer? Todo el fundamentalismo y radicalismo islámico idealiza la época del profeta en la que es cierto que hubo violencia. Se suscitó porque quisieron cambiar el statu quo e imponer una religión monoteísta en una región en donde existía adoración de ídolos y muchos dioses. Se trató de una revolución en la península arábiga que desencadenó en un imperio islámico. Lo llamativo es que una vez impuesta esta religión los derrotados, lejos de tomar represalias, se convertían al islam. Esto explica cómo en cien años los musulmanes habían llegado desde la península arábiga hasta el norte de África.

–¿Cuál es el papel de occidente y sus responsabilidades?

–Yo no sé si se puede afirmar  o decir hasta dónde llegaba el apoyo de Estados Unidos (EU), Arabia Saudita y de otros países de la región. Muchos creyeron que pasaría lo mismo que con los talibanes en Afganistán, pero nunca se imaginaron que el EI tendría después una agenda propia diferente a la funcionalidad que querían darle. Incluso recientemente han acuñado una moneda, estableciendo de esta forma los antecedentes de un estado de tipo formal.

En el caso de Irak había petróleo y un valor estratégico por lo que quería preservarse su integridad territorial pero en el caso de Siria, que es en donde se ve de manera más encarnizada una guerra civil con componentes extranjeros, no hay demasiadas riquezas entonces EU y la OTAN no mandaron tropas a tiempo.  Creían que podían controlar a este grupo mientras hacía el “trabajo sucio”, que ellos podrían haber hecho pero con un alto costo humano y económico, que era derrocar el gobierno de Bashar al-Assad. Pero que por una configuración de alianzas geopolíticas de la región no lo pudieron hacer porque si bien era un régimen débil por tener muchos oponentes internos, contaba y cuenta todavía con el apoyo de Irán, que después de Israel es la potencia más importante de la región, y del Hezbollah del Líbano. Entonces los que alentaban al EI desde occidente y algunos países vecinos tenían la intención de cambiar la realidad de Siria, pero no funcionó y menos ahora que ha intervenido un actor tan importante como Rusia. De esa manera no solo se fortalece el régimen de al-Assad, sino que se pone en entredicho a occidente y al resto de los países del golfo porque dicen luchar contra el terrorismo pero esto no siempre queda demasiado claro. En estos últimos días, los rusos han conseguido muchas más victorias y repliegues contra el EI que lo que ha logrado occidente en mucho más tiempo.

– ¿Cómo se explica la intervención de Rusia en el actual contexto?

–Desde la caída del muro y la URSS, Rusia ha querido heredar un rol importante en la comunidad internacional. Los rusos tienen la aspiración de seguir siendo una potencia que decida en los asuntos más importantes de la comunidad internacional, pero la situación mundial ha cambiado y hoy existen otros actores que disputan ese rol como China, por ejemplo, que se ha convertido en una potencia económica y militar. Por otro lado, entre las sanciones por el problema con Ucrania y la bajada del precio del petróleo, ha sentido un fuerte impacto económico. En este escenario Siria es un país muy importante para Rusia porque existe entre estos países una alianza y es lo que explica el porqué de su intervención. A través de esta alianza el gobierno de al-Assad le otorgó un puerto en la costa del mediterráneo, lo que significa un lugar muy importante en término geopolíticos y una gran posición de poder. El intervenir en Siria, también hace que recupere un papel, un rol en el escenario internacional. Se trata de lo que se llama realismo político porque está claro que lo hace atendiendo a una búsqueda de sumatoria de poder para el país. De cualquier manera, parece que dan resultados las políticas de intervención porque en Irak, que es el otro lugar en donde el EI opera fuerte, ya le pidieron que extendiera sus operaciones a ese país. La pantalla entonces es que Rusia está luchando contra el terrorismo, pero la realidad es que cada uno brega por su propio posicionamiento.  

–Lamentablemente hace bastante que nos enfrentamos a situaciones de terrorismo pero ¿es solo una impresión o es que en el caso del EI se lo siente más cerca?

–Si, se siente más cerca que en otras épocas. De hecho es tema de preocupación y ha sido motivo de reunión en la ONU y está en la agenda de la Unión Europea y otras organizaciones. Se trata de un fenómeno que se llama Combatientes terroristas extranjeros que hace alusión a esas personas que han dejado su vida en países europeos, islámicos y hasta americanos para enrolarse al EI. Algunos tienen conexiones porque son originarios musulmanes pero otros no y se han islamizado después. Esto ha creado un flujo de gente, se habla de 20 mil personas o más, que es temido por sus países de origen, porque han adquirido entrenamiento y se han radicalizado y pueden volver para propagar ese fenómeno. Se trata de un nuevo problema internacional de seguridad que no se sabe cómo manejarlo. El gran miedo es que el EI deje de ser un grupo focalizado en Siria  y en Irak y se propague, que en realidad ya lo está haciendo a través de grupos terroristas en el norte de África, Túnez, Libia, Egipto. A eso se suma que sigue habiendo alrededor del mundo gente que está dispuesta a sumarse a este fenómeno que va de la mano con los efectos no deseados de la globalización, que viven a la intemperie en el mundo, que no encuentra motivación para su vida, que no tienen sentido de pertenencia. Estas situaciones han sido muy funcionales a los musulmanes radicales  que usan de manera política la religión. A partir del avance de los modelos neoliberales en los que el estado se minimizó, han aprovechado  la gran cantidad de personas frustradas y excluidas para convertirlas en su soporte a cambio de apoyo económico y espiritual.

–¿Es posible detener su avance?

–Son grupos que han tenido éxito porque han conquistado territorios, han establecido ciertas formalidades de lo hoy podríamos llamar un estado,  pero lo que falta es reconocimiento. En realidad existen  muchos grupos en el mundo que tienen similares aspiraciones, como los que en su momento nutrieron a Al Qaeda, el tema es que los gobiernos siguen teniendo ciertos recursos para combatir este fenómeno.

Yo creo que el gran problema en el caso del EI es que se perdió mucho tiempo valioso por esa cuestión egoísta por parte de occidente.  Por considerar que se trataba de un territorio del cual no podían usufructuar dejaron que crezca y pensaron que después lo podrían controlar. De esta manera llegaron a lo que es hoy, con las aspiraciones de crear un califato.

Lamentablemente, esta brutalidad no es nueva en nuestra historia. En los ´90 existió el grupo islámico armado en Argelia y mataban de igual manera. Se conoció y ha quedado en el olvido. Las tácticas militares en Yugoslavia por ejemplo, que no era musulmán,  operaban igual: violaban mujeres, mataban a mansalva, torturaban, ejecutaban.  El tema es que la violencia es parte de la naturaleza humana. Es importante aclarar que se trata de una minúscula parte del pueblo musulmán, que son más de mil doscientos millones de personas. Si todos fueran terroristas terminarían con todo.

De todas maneras, si no se toman medidas, existe una amenaza de que se globalice porque son parte de una sociedad que tiene problemas y estos grupos han encontrado en estas personas una forma para canalizar ciertas expectativas. El coto a este extremismo tiene que surgir de las propias filas del islam pero como esta religión no tiene un clero no existe una cabeza que guíe, una especie de papa islámico. Lo que ha pasado es que como en los países islámicos la religión juega un papel muy importante para el ciudadano y generalmente la población es mansa, un grupo de predicadores radicalizados han aprovechado esta situación. Hoy se vive una de las peores sombras de la historia porque es increíble que puedan justificar con la religión las barbaridades que hacen.

Diferencia entre sunitas y chiitas

Cuando se muere el profeta los sunitas, que es la parte mayoritaria con aproximadamente un 80 %, establecen que el sucesor debe ser elegido. Así aparecen los términos califa, ayatolah, etc. Los chiitas, en cambio, pregonan porque la sucesión sea hereditaria. Uno de los primeros problemas es que los sunitas comenzaron a masacrar a todos aquellos descendientes que pudieran exigir el cargo por su linaje.

Hoy en día existe una diferencia de connotación más política. Los chiitas tienen una organización que es lo que ha permitido por ejemplo que el Ayatollah Khomeini haya creado, a través  de la revolución islámica, una denominada república islámica en Irán. Significa que el principio rector de esa república es Dios, que no hay separación entre poder y religión por lo cual muchos de los que ejercen cargos políticos, también tienen cargos religiosos, de liderazgo espiritual. Por eso consideran una teocracia porque es un gobierno basado en Dios y se usa a esa especie de clero, en términos occidentales,  para gobernar.

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