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Por el Lic. Damián Camaño* Especialista en Psicología Deportiva. Docente del curso Introducción a la Psicología del Deporte y la Actividad Física de la Facultad de Filosofía y Humanidades.
Se suele tener la imagen de que el deporte competitivo y la vida universitaria son incompatibles. O se elige realizar una carrera en la universidad, o se sigue practicando una actividad deportiva de manera federada. Esta percepción a menudo se traduce en estadísticas de diversos estudios que marcan un declive de la práctica de actividad física a medida que se avanza en la carrera académica.
Es innegable la dificultad que conlleva realizar ambas actividades por cuestiones de tiempo, económicas y de rendimiento. El desgaste que produce entrenar para competir en cualquier deporte suele impactar en la carrera.
De todas maneras, cuando analizamos las características de ambas actividades podemos encontrarnos con puntos de contacto que bien trabajados pueden potenciar la experiencia de satisfacción y el rendimiento. Algunas de las variables psicológicas que trabajo en mi tarea con deportistas son la motivación, la capacidad de mantener el foco atencional, el manejo de presiones y la gestión de la ansiedad. Todas estas variables también son fundamentales a la hora de llevar una carrera universitaria en forma exitosa. Inclusive podemos ir más allá con la analogía y equiparar al examen con una competencia: el estudiante prepara una materia para, en un día y horario determinado, dar cuenta de su conocimiento y en esa instancia debe tratar de rendir al máximo de su potencial manejando adecuadamente temores y ansiedades. Lo mismo que pasa en cualquier competencia para la cual el deportista entrena todos los días.
Por esto, la práctica de deportes suele dotar al estudiante de un entrenamiento en situaciones con entornos de presión y competitivos que deberían favorecer al momento de encarar la planificación de una carrera universitaria. De hecho, tenemos muchos ejemplos de deportistas exitosos que se han graduado mientras desarrollaban su vida deportiva, como Paula Pareto (medallista olímpica y campeona mundial de judo, médica por la UBA), Juan Manuel Herbella (futbolista profesional, médico), Magdalena Aicega (integrante de las Leonas y nutricionista). Estos ejemplos y muchos otros nos hablan a las claras de que el esfuerzo por realizar las dos actividades es mucho, pero de ninguna manera es imposible.
Algunos ítems a tener en cuenta para estudiantes deportistas
Objetivos claros. La planificación de objetivos debe ser realista. Objetivos demasiado altos generan frustración cuando no se cumplen y a la larga desmotivan. Además la planificación detallada de fechas importantes permite priorizar actividades y optimizar el uso del tiempo.
Entrenamiento invisible. Muchas veces se entrena no entrenando, mediante una adecuada alimentación acorde a la actividad y a través de un descanso que permita reponer energías.
Autoconfianza. La capacidad de creer en el potencial propio. No una creencia irracional y mágica, sino basada en los logros. Por eso es importante reconocerse los logros que se van realizando (aprobar un parcial, tener un buen partido) y no atormentarse cuando haya un tropiezo académico o deportivo.
Como todo saben, una carrera universitaria, cualquiera sea lleva consigo mucha responsabilidad como también compromisos, ya sea cursando, estudiando o rindiendo. Lo mismo sucede a la hora de hablar de los deportes de alto rendimiento: si uno no le dedica esfuerzo y horas de entrenamiento, claramente no obtiene los resultados esperados.
Lucas Busdrago, estudiante de Medicina y jugador de rugby
En mi caso, comencé a estudiar medicina en el año 2013 luego de terminar el colegio y actualmente estoy cursando mi cuarto año de la carrera. Durante mis primeros dos años de estudio tuve la hermosa oportunidad de participar también del equipo de menores de 18 y 19 del seleccionado argentino de rugby (Pumitas) y afortunadamente pude realizar las dos actividades en simultáneo de manera óptima. Por ahí la gente me preguntaba cómo hacía y mi respuesta fue siempre la misma, con sacrifico y con muchas ganas, todo se puede.
En un principio cuando surgió lo de los pumitas tuve un poco de miedo de tener que dejar la carrera, pero a medida que fueron pasando los días, supe que iba a poder hacer ambas cosas sin necesidad de abandonar o prestarle menos atención a la otra. Si quizás tuve que sacrificar algunas horas de sueño o abandonar algunas salidas nocturnas como para equiparar ese tiempo con el estudio que por ahí perdía entrenando (los entrenamientos eran lunes-martes y jueves de 9-12 h con pumitas y los mismos días de 21 a 23 h con el club). Actualmente ya terminó mi pasaje por el seleccionado de menores de 20 de Argentina, pero continuo entrenando y jugando en Jockey Club Córdoba, un club de la primera división de rugby, lo que me demanda prácticamente la misma cantidad de horas aunque quizás no tan estrictos los horarios. Por la mañana, si bien entreno, por ahí varío con los horarios de clase y me pego una escapada apenas puedo.
Lo que me gustaría dejar en claro es que pienso que si se puede combinar actividades de alto rendimiento con el estudio. Quien diga lo contrario, simplemente no tiene la dedicación y el esfuerzo necesario para hacerlo. Quizás suene un poco raro, pero las veces que he estado lesionado sin asistir a las respectivas horas de entrenamiento tuve un menor desempeño académico que cuando entreno de manera normal y creo que eso se debe a que si uno adquiere responsabilidades tiende a optimizar mucho más su tiempo que el que por ahí tiene más tiempo libre y no sabe utilizarlo. Si se quiere se puede y el que abandona no tiene premio.
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