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Entrevista a Susana Quinteros, Médica Psiquiatra. Desde hace 37 años ejerce la docencia en nuestra Facultad de Medicina y desde 2009 está a cargo del curso La educación de jóvenes judicializados y/o en conflicto con la ley penal de la Facultad de Educación. Se trata de un programa que se dicta en el marco de la Licenciatura en Educación Especial y en el que se abordan las problemáticas y las alternativas para los jóvenes que de una u otra manera salen del sistema educativo.
Para Susana Quinteros las estructuras de personalidad llevan a que muchos chicos abandonen el sistema formal o haya un alto índice de repitencia. Detectarlas a tiempo, capacitar a los docentes y disponer de programas alternativos de terminalidad, son algunas de las claves para su solución.
–¿Cómo te parece que perciben los jóvenes hoy a la educación?
–Muchos la perciben como una obligación o no comprenden la utilidad que puede tener para ellos. Por eso es importante que el docente pueda transmitir que la educación es un derecho, para que los chicos la vivan de esa manera y como la posibilidad de acceder a algo mejor como un trabajo, un taller o una beca.
–¿Cuáles son las razones por las que se da el abandono escolar?
– Las razones son diversas. Tenemos que pensar que en general se trata de fallas muy tempranas en donde inciden muchos factores. Algunos chicos no tienen una estructura familiar que sostenga o valore la importancia de la educación y esto no es exclusivo de una clase social. Yo he tenido pacientes de clase media que llegan a primer año y no tienen una adecuada comprensión de lectoescritura.
En muchos casos, se trata de chicos que reúnen un cierto perfil personal, familiar y social con cierta marginalidad. Insisto que con esto, no me refiero solo a lo económico sino a una cierta lasitud en la escala de valores que hace que éstos no se tornen en cuestiones importantes.
En esto de gestar la personalidad, hay muchos factores sociológicos, del entorno la familia, de la escuela. Me ha tocado atender casos de bullying de chicos que abandonan el colegio por sentirse amenazados. La mayoría de las veces, no ha habido la contención suficiente para que ese joven retome la escolaridad.
En los últimos tiempos han incidido bastante los chicos que consumen drogas. Estas características no son determinantes, pero en muchos casos llevan al fracaso escolar en la escuela formal.
Dentro del trastorno de conducta existe un amplio espectro de situaciones (déficit atencional, consumo de sustancias, trastornos obsesivos compulsivos o chicos con trastorno de control de impulsos).
–¿El sistema escolar tiende a generar cierto facilismo en aprobar las materias?
–En algunos casos sí. A mí me parece fantástico que el alumno sea estimulado de cualquier forma para pasar de año, pero no a costa de la no incorporación del conocimiento. El docente tiene la responsabilidad de saber qué pasa con los chicos que no pueden aprender. No se puede pasarlos de año y sacarse el problema de encima.
–¿Cómo puede ayudar el docente y cómo el sistema educativo?
–Conocer las estructuras y variables ayuda al docente a modificar de alguna manera las cosas para poder sostener a los jóvenes dentro del sistema formal. El problema muchas veces es que no están preparados. Uno de los objetivos de la carrera de Educación Especial es ayudarlos a comprender y contener a los alumnos porque cada vez más a menudo nos encontramos con estas situaciones.
Pero lo más importante es que los chicos vean la educación como un derecho y que comprendan que completar el proceso, los puede llevar a tener una mejor calidad de vida.
A veces es necesario buscar otras alternativas al sistema tradicional como la terminalidad primaria o el PIT (Programa de inclusión para la terminalidad de la educación secundaria y formación laboral para jóvenes de 14 a 17 años). Personalmente, creo que todos los programas que lleven a completar el ciclo, en cualquier nivel de la educación (primaria, secundaria, a distancia, modular, semipresencial, hospitalaria) son importantes.
–¿Cuál es el rol de la familia?
– Los docentes a veces se sienten desbordados por esta multiplicidad (factores que causan el trastorno), pero si logran incorporar la familia al proceso es un punto muy importante. Que los padres reconozcan la importancia de que su hijo vaya a la escuela, o que lo saquen de un entorno negativo. Muchas veces la familia sabe que hay un problema, pero le cuesta comprender lo que ve y es ahí donde el docente puede ayudar. Muchos de estos jóvenes han perdido la rutina necesaria para permanecer y necesitan otras estructuras como las modulares o semipresenciales.
–¿Cómo es en el caso de los jóvenes judicializados?
–En el caso de los jóvenes judicializados, el jurado indica la necesidad de insertarse en el sistema educativo. La modalidad se desarrolla en función de lo que hace falta.
Si un chico está judicializado pero en libertad, puede cursar en la escuela común. En el caso de los jóvenes detenidos se les brinda una educación en el contexto de encierro.
El objetivo siempre es conseguir que reingresen al sistema educativo. Poder trabajar sobre la escala de valor común de la sociedad que algunos de estos chicos, por sus conflictos con la ley, han ido perdiendo, en algunos casos por reemplazar por otro tipo de valores como el de la barra o el grupo por sobre lo que sería el bien común. Trabajar eso es muy significativo.
Yo creo que si uno conoce una estructura de personalidad de cada chico, eso te da la posibilidad de saber que elementos utilizar. Cada uno es diferente del otro.
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