Agustina Altamirano estudia Relaciones Internacionales y actualmente está en México, realizando un intercambio en la Universidad Iberoamericana de Puebla. Desde allá, nos cuenta su experiencia.
Quise venir de intercambio con la idea de viajar y conocer otro país, pero no como turista, sino desde su cotidianeidad; también porque quería conocer gente nueva y otras maneras de pensar. Me encanta Latinoamérica en general por su diversidad de culturas, de sociedades y de gente; y México era uno de esos destinos que sí o sí quería descubrir dentro de esta gran región. Su cultura me llamaba la atención, así como lo que se decía de la calidad de su gente, de la riqueza y color de sus festivales y de toda su diversidad en general.
Agustina (derecha) junto a sus compañeros de la Ibero en una actividad de inmersión.
Mi semana comienza con un entrenamiento en un taller deportivo de la Universidad en la mañana, después desayuno en la cafetería; aquí la primera comida del día es bastante abundante, algo a lo que no estaba acostumbrada, pero poco a poco voy incorporando ese hábito. Luego suelo hacer trabajos o estudiar y después asisto a clases más tarde. Por la noche suelo cocinar o salir con amigos a comer o hacer otras cosas, como ir al cine o simplemente recorrer la ciudad. Los fines de semana aprovecho para conocer Puebla y alrededores, caminar por distintos lugares para aprender un poquito más de este lugar y su gente, y también para hacer planes con amigos y divertirnos un rato. En Villa Ibero, donde me alojo, cada tanto hacen también algunas actividades a las que me sumo.
Ciudad de Puebla, México.
Creo que la experiencia de intercambio es sumamente valiosa porque conoces otra realidad y podés contrastar con la tuya y la de tu país en general. Aprendés tantas cosas nuevas y desde miradas tan diferentes que das una vuelta de 180°. También, aunque las clases son parecidas, a la vez son diferentes y, sobre todo al estudiar una ciencia social, se pueden aprender las cosas desde una perspectiva distinta y cargada de experiencias nuevas. Es una oportunidad increíble para expandir horizontes y que me permite, además, establecer contactos y conocer otras organizaciones, instituciones y personas con intereses similares a los míos que pueden ayudarme a desarrollar mi plan de carrera.
La experiencia de intercambio es sumamente valiosa porque conoces otra realidad.
Al principio fue difícil y me dio un poco de miedo, porque estaba sola en una ciudad que no conocía. Sumado a eso, aunque hablemos el mismo idioma, las expresiones y formas de hablar pueden llegar a ser tan distintas que a veces te frustrás porque no te entienden o porque no entendés cuando te dicen algo. También, algo que resalto, es que hay cosas que tenía muy normalizadas de mi realidad e inconscientemente esperaba que fuera igual en todo el mundo y nunca me planteé que pudieran llegar a ser diferentes. Al llegar acá y vivir dentro de otro entorno, me di cuenta de que hay cosas muy distintas a las que estaba acostumbrada, incluso en un país de nuestra misma región.
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